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Por primera vez en 17 años, Islandia no cazará ballenas


Por primera vez desde 2003, la falta de un mercado real para la carne de ballena ha llevado a los balleneros de Islandia a renunciar a la caza en esta temporada. La medida se cumple después de muchos años de protesta, ya que no han sido pocos los que se han manifestado en contra de la cacería. La comunidad internacional ha sentado su voz de oposición y ha activado campañas en países como Japón, Noruega y las Islas Faroe, donde también se ejerce esta práctica.

La prensa local informó que la decisión aplica tanto para las ballenas de aleta, en peligro de extinción, como para las más numerosas ballenas minke. Alrededor de 400 animales serán salvados de una muerte cruel y totalmente innecesaria.

Los cazadores y el gobierno de Islandia siempre trataron de justificar la matanza, alegando que es necesaria para “fines científicos”. Sin embargo, nunca se ha aclarado qué tipo de investigaciones realizan y por qué deben morir ballenas de tipo minke y azul con tanta crueldad: se disparan arpones explosivos desde los barcos que generan una enorme agonía. El cabezal de las ballenas es impactado pero los animales siguen conscientes durante horas; muchas veces son arrastradas vivas hasta los navíos donde se les remueve la grasa, la piel y se les descuartiza.

Las ballenas no son las únicas

Aunque el anuncio puede considerarse como una victoria, la caza de ballenas es apenas la punta del iceberg en lo que concierne al exterminio de las especies marinas.

A pesar de que recientes investigaciones han reconocido que los peces tienen la capacidad de sentir, percibir o experimentar subjetivamente. Esta especie representa el 95% de las víctimas animales para consumo humano. En una primera mirada, podríamos considerarnos muy diferentes a estos animales acuáticos, sin embargo, se ha comprobado que comparten muchas características de los mamíferos, sienten las emociones, el dolor, tienen personalidades individuales y forman relaciones complejas como las amistades. Anualmente son sacrificados de 1.000 a 3.000 billones de seres cada año bajo métodos que se considerarían ilegales si fueran aplicados a otras especies.

Catástrofe ambiental, masacre sin reparos

Son numerosos los efectos colaterales de las industrias pesqueras. Cada año más de 100,000 ballenas, delfines, focas, tortugas y otros animales marinos quedan atrapados hasta morir en redes y trampas abandonadas. Estos materiales ingresan al océano hasta alcanzar las 600,000–800,000 toneladas métricas, una cantidad que podría tardar en degradarse hasta 600 años.

Además de las artes de pesca que son abandonadas, mientras se realiza esta práctica, las redes no capturan solamente a los peces — lo que tampoco sería una justificación, dado que estos animales son sensibles e inteligentes. La realidad es que a los peces que serán consumidos, se suma una enorme cantidad de otros animales como delfines, ballenas, focas, tiburones, tortugas, entre otros, que son asesinados incidentalmente. El porcentaje de animales afectados alcanza el 20% del total de especies marinas que mueren por la industria pesquera, de acuerdo con un estudio publicado por el National Journal. La mayoría de los cadáveres son retirados y enviados nuevamente al mar.

Fotos: Mercy For Animals

Debido a esta situación alarmante, la salud de los ecosistemas oceánicos se encuentra en un riesgo agravado. De acuerdo con las Naciones Unidas, tanto la sobrepesca como la pesca ilegal están provocando la sobreexplotación de casi dos tercios (64%) de los recursos pesqueros, lo que significa que el 23% de ellos ya se encuentra completamente explotado. Si no se revierten estas acciones, podrían no haber más peces en los océanos para 2048.

¿Cómo ayudar?

Súmate a nuestro 'Desafío 21 Días Veg'. Con una alimentación 100% libre de productos de origen animal, sacamos los peces y otros animales de nuestros platos, y podemos eliminar por completo el impacto que nuestra dieta tiene en el sufrimiento de los animales marinos, desestimulando la sobrepesca y la pesca ilegal.

Optar por el veganismo no solo generará un compromiso ético con los animales, también es una elección saludable que tendrá un impacto positivo en el medio ambiente.

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